AP |
En junio, México está a punto de hacer historia al elegir a su primera presidenta. Sin embargo, la sombra del presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, se cierne sobre el cargo. El líder populista ha dejado una serie de proyectos costosos y sin terminar que limitarán la autonomía de su sucesora.
La candidata opositora, Xóchitl Gálvez, y la favorita en las encuestas, Claudia Sheinbaum, del partido de López Obrador, se enfrentan a un futuro de compromisos financieros. Alfredo Coutiño, director de Moody’s Analytics, advierte que el próximo gobierno heredará un país con un agujero financiero que limitará su margen de maniobra.
López Obrador ha anunciado planes para expropiar la empresa estadounidense Vulcan Materials antes de dejar el cargo, una medida que podría costar hasta mil 900 millones de dólares si la empresa gana la demanda de arbitraje internacional en curso. Además, ha prometido recuperar los trenes de pasajeros, lo que implicaría adquirir convoyes, arreglar estaciones y montar un sistema de venta de boletos.
El 26 de diciembre, López Obrador lanzó una aerolínea estatal, Mexicana de Aviación, con precios ultrabajos garantizados en vuelos a aeropuertos gubernamentales poco transitados, lo que podría resultar en pérdidas continuas. También anunció que el gobierno garantizará la jubilación de los trabajadores con el salario íntegro, una medida que podría costar miles de millones de dólares.
Sheinbaum, que se presenta a las elecciones con el partido Morena de López Obrador, ha afirmado que continuará con los proyectos del mandatario y añadirá algunos propios. Sin embargo, la calificadora Moody’s ha rebajado aún más la deuda de Petróleos Mexicanos (Pemex) a la categoría de bono basura, lo que indica que puede que no tenga los recursos financieros para hacerlo.
La próxima presidenta tendrá que terminar una refinería de petróleo de 20 mil millones de dólares plagada de sobrecostos y una línea de ferrocarril de mil 530 kilómetros que recorrerá la península de Yucatán. Además, hay una serie de obras que siguen en construcción.
López Obrador prometió en 2018 que todas estas iniciativas estarían terminadas cuando dejase el cargo y que se financiarían con una reducción del gasto gubernamental y de la corrupción. Sin embargo, Gabriela Siller, directora de análisis de Banco Base, señala que el año pasado terminaron con un déficit presupuestario del 3.4% del PIB, el más alto desde 1989, y que para este año se prevé un déficit del 4.9% del PIB, el mayor desde 1988.
La deuda de México ronda el 50% de su PIB. Aunque no parece alta comparada con la de Reino Unido y Estados Unidos, México cuenta con la deuda adicional de la petrolera estatal y no tiene acceso ilimitado a préstamos a bajo costo. López Obrador ha defendido el gasto y el aumento de la deuda alegando que es menor que la acumulada por sus predecesores Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón.
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