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En la antigüedad, las civilizaciones que habitaban la actual Grecia distinguían entre dioses y titanes. Los primeros eran principalmente "señores" de emociones e intangibles como la muerte, la sabiduría, la sexualidad y las artes. Los titanes, por otro lado, eran las representaciones de la fuerza de la naturaleza, como los huracanes, los terremotos y el tiempo, que "todo lo devoraba".
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Uno de estos titanes era el gobernante de los volcanes, cuya ira provocaba erupciones volcánicas. Aunque estas historias se han transmitido principalmente de forma oral y pueden haber cambiado con el tiempo, reflejan el respeto y el temor que las primeras civilizaciones tenían hacia estos fenómenos naturales, un sentimiento que persiste hasta nuestros días.
Un ejemplo reciente es la actividad elevada del volcán Popocatépetl, que ha generado sismos volcanotectónicos y una gran cantidad de ceniza que ha afectado a la Ciudad de México y a otros municipios del Estado de México. A pesar de que el Semáforo de Alerta Volcánica se mantiene en Amarillo Fase 2, muchas personas temen que el volcán pueda entrar en erupción o causar un sismo de gran magnitud que cause devastación en las zonas cercanas al Popocatépetl.
Ante una posible erupción, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) recomienda mantener la calma, estar atentos a las alertas y comunicados de las autoridades, y saber cómo actuar ante este tipo de fenómenos geológicos. Si es necesario evacuar, se deben llevar solo los documentos de identificación esenciales y buscar un refugio temporal.
Según la UNAM, una erupción ocurre cuando bajo un volcán se acumulan rocas muy calientes que se convierten en magma. La presión y la temperatura generan gases y vapores que impulsan la salida de estos "materiales" en forma de lava o ceniza. Hay dos tipos de erupciones: una en la que el magma sale lentamente desde el cráter y otra más violenta que produce grandes cantidades de cenizas, gases y arroja piedras a cierta distancia del cráter.