El Papa Francisco visitó México sólo una vez: así fue su paso por el país

El papa Francisco, que llevó al Vaticano aires renovadores, ha muerto a los 88 años después de la celebración de la Pascua.

En 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, Jorge Mario Bergoglio fue elegido como Papa y adoptó el nombre de Francisco. Tras sus 12 años como máxima autoridad de la Iglesia Católica, el papa Francisco emprendió algunos viajes fuera de Roma y México solo una vez pudo ser anfitrión del Pontífice.

La visita de hace nueve años ocurrió en un contexto diferente. México era gobernado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y la Ciudad de México por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), mientras que Morena tenía un par de años de existencia.

Norberto Rivera era el arzobispo primado de México y los homicidios de sacerdotes iban al alza. 

En Estados Unidos comenzaba el último año de la presidencia de Barack Obama cuya administración dejaba un récord en deportaciones y Donald Trump comenzaba su carrera en busca de la Casa Blanca.

Al ser su primera visita a México, Francisco puso en su agenda un encuentro con todos los obispos en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, además de visitas a Ecatepec, Morelia, Tuxtla Gutiérrez y Ciudad Juárez, localidades marcadas por la migración y la inseguridad.

El sábado 13 de febrero de 2016, los obispos mexicanos asistieron al encuentro en la Catedral para escuchar qué tenía que decirles su líder.

“No se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa; no pongan su confianza en los ‘carros y caballos’ de los faraones actuales, porque nuestra fuerza es la ‘columna de fuego’ que rompe dividiendo en dos las marejadas del mar, sin hacer grande rumor”, dijo el Papa.

Para Felipe Gaytá, académico de la Universidad La Salle, después de la visita del Papa en 2016 surgieron dos grupos: uno conservador y otro que aceptó la doctrina de Francisco.

“Hay una rama, una línea de obispos que están muy alineados con la línea del Papa Francisco, pero hay otra línea de obispos conservadores, que fue el caso de Norberto Rivera y algunos obispos auxiliares que se resistieron a lo que decía el Papa Francisco. Esto se ha ido limando sobre todo por el cambio generacional, es decir, a muchos de ellos no les extendió el mandato de obispo o cardenales y los jubiló”, comentó el académico.

El caso más notable es el de Norberto Rivera. En junio de 2017 cumplió 75 años, edad a la que según las leyes católicas debe presentar su renuncia, la cual fue aceptada en diciembre. En su lugar quedó Carlos Aguiar Retes, obispo cercano al papa Francisco.

Felipe Monroy, especialista en temas religiosos, coincidió en que el Episcopado que encontró Francisco hace nueve años es muy diferente al actual, en parte por el cambio generacional, pero también por el cambio en la actitud de los obispos.

“Lo que quizá ha cambiado más, y es algo muy importante, es la actitud de muchos de los pastores, muchos de los sacerdotes, religiosas y laicos que se han basado en el ejemplo que el propio Francisco. Muchas iglesias, diócesis han cambiado un poco su manera de abordar los desafíos sociales, su manera de evangelizar”, comentó.

La ruta que siguió el Papa Francisco en su visita a México
La visita de 2016 no sólo fue política, también fue pastoral. En aquel año, Francisco visitó Ciudad Juárez y Tuxtla Gutiérrez, ciudades de paso de migrantes rumbo a Estados Unidos, además de Morelia, capital de Michoacán, entidad aquejada por la violencia del crimen organizado, además de Ecatepec, zona conurbada con problemas de inseguridad.

En sus homilías y discursos públicos, el Papa habló de los sufrimientos que padecen los migrantes, los pueblos originarios, los presos, las trabajadoras de las maquilas y las víctimas de la violencia.

A los obispos, les encomendó afrontar los problemas de sus comunidades mediante la elaboración de una hoja de ruta.

Felipe Monroy explicó que para cumplir la encomienda, los obispos trabajaron más de cinco años en la elaboración del Proyecto Global de Pastoral, el cual marca las directrices sobre cómo debe actuar la Iglesia católica para resolver los problemas de su comunidad.

“Son orientaciones que tienen que ver con cómo ser una iglesia del pueblo, es decir, a bajarse ahí a donde se necesita. Buscar a los jóvenes y trabajar por ellos, trabajar por la paz, también trabajar por el bien común, en la dignidad de la vida y de las personas”.

Dentro de los problemas que padece la sociedad mexicana destaca la violencia, un mal del que los ministros católicos no se han salvado.

El 20 de junio de 2022, los jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora fueron asesinados en una iglesia de la comunidad de Cerocahui, en Urique, Chihuahua.

El crimen marcó el inicio de una serie de manifestaciones públicas de obispos, quienes demandaron al Gobierno federal, entonces encabezado por Andrés Manuel López Obrador, cambiar su estrategia de seguridad.

Un año después, en el marco de las Visitas ad Limina (reuniones que tienen los obispos de un país con el Papa) Francisco escuchó la situación de inseguridad por la que pasa nuestro país.

“Se le hablo del Proyecto Global de Pastoral, que tiene como eje transversal número uno, la paz y como a partir del asesinato de los dos sacerdotes jesuitas, en comunión con los religiosos, la provincia jesuita y la Conferencia Episcopal, hemos ido trabajando los diálogos por la paz, los conversatorios por la paz, los foros por la paz y le dijimos que en septiembre tenemos el Congreso Nacional por la Paz. Es una de las acciones y de los procesos más fuertes que hemos tenido”, dijo al portal Vatican News el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro, tras la reunión con el Papa.

Previo al Congreso Nacional por la Paz la Conferencia del Episcopado Mexicano organizó foros llamados Diálogos por la Paz para hacer un diagnóstico y diseñar una propuesta para combatir la inseguridad. Religiosos, académicos, empresarios y organizaciones de la sociedad civil se sumaron a la convocatoria.

“Estos Diálogos por la Paz fueron el resultado de decenas y decenas de encuentros entre especialistas de todas las áreas, víctimas, activistas, académicos y muchos organismos sociales que fueron construyendo ese diagnóstico. La Iglesia mexicana y de cierto modo el gobierno mexicano han estado en este tema, al menos de intercambiar información y proyectos que pueden ser más o menos correctos, pero al menos sí han estado en esta relación de intercambio de ideas”, dijo Monroy.

En medio de la ola de violencia, en 2018 Franco Coppola, entonces Nuncio Apostólico, visitó Aguililla, municipio de Michoacán que ese era un foco rojo por la presencia del crimen organizado.

“A veces las autoridades no pueden o no quieren. La gente se siente sola, nuestra misión es estar cerca, como la Virgen lo hizo con su hijo. La Iglesia debe estar al lado del pueblo, no alejarse nunca”, dijo Coppola en su visita a Aguililla.

“Que haya ido el nuncio apostólico a Aguililla, en este caso de Michoacán, fue cómo si el Papa mismo estuviera presente ahí. Eso fue un desafío al propio Estado mexicano, porque no fue como Nuncio Apostólico, fue como pastor”.